“Cibercultura” y cibercultur@

por: Jorge A. González / Universidad Nacional Autónoma de México

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Gráfico del sitio web Imaginify

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La concepción de la cibercultur@ que presento aquí no necesariamente está ligada con el mundo de las computadoras o a las redes de Internet, como ya se le entiende en todas partes, sino que resalta las tres direcciones de sentido de los elementos que la componen: el prefijo griego “Kyber” (ciber), la palabra latina “cultur” y el signo tipográfico “@” (González, 2003).

• Tomo literalmente el sentido de director y timonel del vocablo “Kyber”, pues desarrollar cibercultur@ implica generar, incrementar, perfeccionar, mejorar y compartir las habilidades para conducir, dirigir y “pilotear” relaciones sociales, en un ejercicio de autogestión colectiva, horizontal y participativa.

• Tomo el sentido original de “cultivo, cuidado, atención y desarrollo” de la palabra “cultura”. La habilidad para pilotearse y dirigirse con otros hacia soluciones más inteligentes frente a los enormes retos del siglo XXI, se puede aprender, se puede compartir y se puede cultivar con otros y para otros.

• El signo de la arroba “@”, que hoy se ha vuelto familiar entre quienes utilizan la red, y precisamente por su semejanza gráfica a una espiral, utilizo “@” por su semejanza para representar un bucle de retroalimentación positivo, un proceso abierto y adaptable que genera una respuesta emergente que surge de la densidad de las relaciones del sistema y no se reduce a la suma de sus componentes.

Propongo el neologismo cibercultur@ (con la arroba “@” incluida) para designar una serie de procesos específicos que implican una doble cualidad complementaria y simultánea: cibercultur@ entendida como un objeto de estudio y cibercultur@ entendida como un valor de desarrollo y empoderamiento social.

Cibercultur@ como objeto de estudio

Como objeto de conocimiento, el estudio de los fenómenos de cibercultur@, se dirige a describir, analizar y explicar los diversos procesos de relación entre las ecologías simbólicas de sociedades determinadas en el tiempo y en el espacio con el vector tecnológico.

Con la noción de ecologías simbólicas designo el conjunto total de relaciones de sentido que en una sociedad se construyen en la historia con un entorno físico, biológico, psicológico, social y cultural a través de la actividad cognitiva y sus dimensiones más complejas, como la mente, el discurso, y la actividad modeladora y adaptativa de las identidades y alteridades de los diferentes y variados colectivos sociales. Esta dimensión cognitiva y simbólica sólo se puede lograr dentro de un ecosistema de soportes materiales de la actividad de representación de la sociedad. Sin ellos, la eficacia de la cultura en la construcción de identidades, en la reproducción de la sociedad, en el establecimiento de las tradiciones, en las vanguardias es, impensable.

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La especie humana es la única que para poder sobrevivir necesita construirse diestramente una “segunda naturaleza”, a todo título sígnica y plena de actividad interpretativa, es por eso que la historia de los ecosistemas materiales de la cultura debe ponerse en correspondencia con la historia de la generación de sus públicos, es decir, la historia de la distribución social de las disposiciones cognitivas para operar en esos ecosistemas.

El concepto de ecologías simbólicas intenta dar cuenta, tanto de las formas sistémicas (estructuradas y ordenadas), como de las formas enactivas (en proceso de estructuración) de la signicidad, tal y como la ha definido Cirese desde la antropología cultural italiana.

Por la interrelación intensa entre los significados, las normas y el poder, me interesa estudiar esta relación desde la perspectiva de las sociedades que han sido desplazadas y excluidas en el espacio social, y ello significa que han sido (o están siendo) explotadas en lo económico, dominadas en lo político y dirigidas en lo cultural. Excluidos desde la noche de los tiempos de los beneficios de la globalización, a enormes sectores sociales dispersos por todo el mundo sólo se les ha globalizado la miseria y la degradación, y se han convertido en lo que Castells llama “los agujeros negros del capitalismo informacional”. En la perspectiva que propongo, describir, analizar y explicar los procesos sociales e históricos de la génesis y desarrollo de las modulaciones simbólicas de la relación de estas dos dimensiones, es crucial para potenciar cualquier desarrollo científico que, además de interpretar y teorizar el mundo, busque la transformación del mismo mediante el empoderamiento de los sectores sociales más numerosos y deprimidos.

Con el nombre de vector tecnológico denomino todos los procesos y efectos socio-históricos de fuerza con dirección que se han verificado y verifican cotidianamente en procesos de adopción, adaptación, imposición o rechazo de dispositivos y complejos tecnológicos entre sociedades con recursos y posiciones disimétricas y desniveladas en la estructura desigual del espacio social mundial.

Me interesan en particular dos de las dimensiones más agudas y que verifican un crecimiento exponencial de dicho vector, a saber, las llamadas tecnologías digitales y los procesos de comunicación mediada por computadoras debido a la difusión y penetración de capilaridad creciente que se experimenta en todas las esferas de la vida pública y cotidiana de las sociedades contemporáneas.

Las ventajas y potencialidades que aporta la forma digital de procesar, empaquetar, enviar, recibir y acumular la información, se ven incrementadas por la comunicación instantánea a través de redes de computadoras que — con el acceso al conocimiento y práctica que requieren necesariamente para su operación funcional — permiten coordinar, dirigir y orientar con toda destreza la dirección y sentido de los flujos mencionados. Estos dispositivos o complejos socio-técnicos, conforman parte crucial de los resortes tecnológicos que generan la aparición y la dispersión global del “cuarto mundo”, de los excluidos y los prescindibles que han sido diseñados desde arriba del sistema como terminales tontas:

“…en este proceso de reestructuración social, hay más que desigualdad y pobreza. También hay exclusión de pueblos y territorios que, desde la perspectiva de los intereses dominantes del capitalismo informacional global, pasan a una posición de irrelevancia estructural” (Castells, 1999a).

No hay tal periferia pura, ni centro inmaculado de este proceso — verdaderamente global — de exclusión social potenciado por la tecnología, que lejos de ser meros aparatos, implican toda una fuerza constituida con dirección y con efectos constituyentes multidimensionales más allá de la técnica, muy poco estudiados en tanto que innovaciones radicales. El vector tecnológico es producto del movimiento de la sociedad mundial y al mismo tiempo configura y ayuda a producir los mundos sociales que progresivamente toca y transforma y desde luego genera resistencias múltiples en sentidos diversos y “aberrantes” e inesperados. Por ello mismo, no se debe tomar esto como una denuncia de un plan organizado y conciente de dominación y sometimiento del mundo a los “malos” del “centro”: una vez que despegó históricamente, el desarrollo tecnológico ha adquirido sus propias “leyes”, su propia autonomía e impulso, con costos y beneficios, que desde luego nunca — y menos ahora — se han gozado aquellos, ni pagado éstos, de manera equitativa en el mundo moderno.

Lab Complex

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Esta primera delimitación de la cibercultur@ como objeto de estudio, comporta varios supuestos y antecedentes.

• Por un lado, partimos de un complejo cognoscitivo caracterizado por la desigualdad de la estructura de relaciones del sistema mundial, en el que observamos vastas y múltiples zonas pluri-distribuidas del planeta, históricamente colonizadas y depauperadas por relaciones sociales de explotación, dominación y exclusión, que proveen y nutren de energía social (capital) a diferentes ciudades/nodos atractores de enormes e intensos flujos de personas principalmente, pero no solo a través de la migración y los consiguientes flujos de capitales financieros. Estas “ciudades/nodo” (ciudades Alpha) del sistema-mundo además de ser concentradoras de volúmenes inmensos de capitales, también concentran crecientemente a millones de miserables (y otros no tan miserables)[i] que se desplazan para vivir mejor hacia tales ciudades/nodo. Estos centros globales que capturan crecientemente los flujos de personas y capitales, operan también como generadores y difusores masivos de flujos permanentes y “globales” de información e imágenes mediados tecnológicamente y que sirven como materia prima básica para metabolizar y representarse de diversas formas el mundo, quién es cada uno y cada cuál de los actores sociales y de qué forma se hacen visibles o invisibles en el escenario de la vida pública.

• • Estos procesos de elaboración discursiva y simbólica son indispensables para poder narrar los hilos y editar el valor y el significado de los hitos de la memoria social, las definiciones de la situación presente, así como la factibilidad y densidad de otros mundos también posibles.

• Con y desde estos procesos simbólicos se establecen en la historia diversas relaciones sociales de hegemonía, subalternidad, alteridad, resistencia y en algunos casos y períodos determinados, se establecen también relaciones de contra-hegemonía que requieren y generan formas emergentes para la organización de diversas estrategias simbólicas que buscan atraer y modular el discurso social para la dirección intelectual y moral de toda la sociedad, como bien lo señaló Gramsci en el siglo pasado.

Nota
El aluvión inicial de mano de obra barata, no calificada y con escaso “cosmopolitismo” que se ha movido históricamente en los flujos migratorios, por efecto de la globalización forzada ha ido “enriqueciéndose” con el alarmante desangramiento en sus países de origen de profesionistas calificados, pero desempleados o con un gris futuro laboral, como lo documenta la migración educada de Ecuador y otros países del sur de América hacia los servicios domésticos en España y en general a la Comunidad Europea (Pellegrino, 2004: 12 y ss.).

Castells, Manuel (1999). La era de la información. Economía, sociedad y cultura: La sociedad red, Madrid, Alianza Editorial.

Cirese, Alberto (1984). Segnicitá, fabrilitá, procreazione. Appunti etnoantropologici, Roma, CISU.

Gramsci, Antonio (1976). Quaderni del carcere, Roma, Einaudi.

Pellegrino, Adela (2004). Migration from Latin America to Europe. Trends and policy challenges, International Organization for Migration, Migration Series, No. 16

González, Jorge (2004). “Cibercultur@ como estrategia de comunicación compleja desde la periferia“. Cibersociedad.net.

González, Jorge (2003). Cultura(s) y Cibercultur@(s). Incursiones no lineales entre complejidad y comunicación, México Universidad Iberoamericana.

Web
Lab Complex (Sección productos realizados)

Imágenes
1. Gráfico del sitio web Imaginify
2. Cybersociology.com
3. Lab Complex

Jorge A. González es profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México.

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by: Jorge A. González / Universidad Nacional Autónoma de México

Against the current conceptions of cybercultur@ I propose here a sort of meaning that is not necessarily related to the universe of computers or to the Internet. Instead, I shall emphasize three directions of meaning from the elements that compose the neologism: the Greek prefix “Κψβερ” (cyber), the Latin word “cultur”, and I will take analogically the spiral form of the sign “@”.

• I take from the word “Kyber” the meaning of steersman, because developing cybercultur@ implies to generate, to increase, to perfect, to improve and to share the abilities to steer, to direct and “to pilot” social relations in an exercise of collective, horizontal and participative self steering.

• I will also take the original earthly meaning from culture, understood as the action of cultivation, taking care, paying attention and motivating transformations from the soil. The first junction between Kyber and Cultur, points to the ability to pilot ourselves and to go with others towards more intelligent solutions facing the huge challenges of the 21st century; it is possible to learn, to share, and to cultivate along with others and for others.

• The sign “@”that today has become familiar between those who use e-mail, and precisely by its graphical similarity to a spiral, I use “@” by its similarity to represent a positive feedback loop, an open and adaptable process that generates a range of emergent answers that arise from the density of the relations of the system and it is not reduced to the sum of its components.

Given that, I propose the neologism cybercultur@ (with the sign “@” included) to designate a series of specific processes that imply one twofold complementary and simultaneous qualities: cybercultur@ understood as an object of study, and cybercultur@ understood as a value for development and social empowerment.

Cybercultur@ as an object of study

• As an object of knowledge, cybercultur@ implies the study of complex phenomena in social, historical, symbolic and contextual levels than can be described, analyzed and explained facing multi level processes of relations between the symbolic ecologies of specific societies with the technological vector.

• With the notion of symbolic ecologies I designate the total set of relations of meaning that in a specific society are constructed along history with physical, biological, psychological, social and cultural environments. Through the cognitive activity and its more complex dimensions, like the mind, the speech, and the modelling and adapting activity of social identities. This cognitive and symbolic dimension can only be generated within a kind of ecosystem of material supports that make possible the activity of symbolic representation of any society. Without them, the efficacy of culture in the construction of identities, in the reproduction of the society, in the establishment of traditions and avant-garde movements is just unthinkable.

The human species is unique in that, besides the satisfaction of the material needs (feeding, covering, drinking, housing…) in order to survive it must generate a totally meaningful “second nature,” composite by simple and complex signs, texts and discourses that shape the human interpretative activity.

That is why the history of the material ecosystems of culture must be related with the history of the generation of its audiences, that is to say, the history of the social distribution of the cognitive dispositions operating in those ecosystems.

The concept of symbolic ecologies gives account, both of the systemic forms (structured and ordered) and of the enactive forms (in structuring processes) of the “signicity” (segnicitá), as has been defined by Cirese from Italian cultural anthropology.

In the intense interrelation between meaning, norms and power, I am interested in studying that relation from the perspective of the societies that have been moved and excluded in the social space, and it means that they have been (or they are actually being) economically exploited, politically dominated and culturally directed.

Excluded from the beginning from the benefits of the globalization, enormous and dispersed social sectors have been “globalized” by the misery and the degradation, and they have become which Castells calls “the black holes of informational capitalism.”

In the proposed perspective describing, analyzing and explaining the social and historical processes of the genesis and development of the symbolic modulations of the relation of these two explained dimensions. It is crucial to harness any scientific development that, besides to interpret and to theorize about the world, looks for the transformation of the world itself seeking the empowerment of the more numerous and depressed social sectors.

With the concept of technological vector I describe the socio-historical processes and effects of forces with direction that have been verified in processes of adoption, adaptation, imposition or rejection of technological complexes and devices between societies with resources and dissymmetric and uneven positions in the unequal structure of world-wide social space.

I am particularly interested in two of the more acute dimensions that have prompted an exponential growth of this vector: the so called digital technologies and the processes of computer mediated communication. Both have a large diffusion and penetration in public sphere and into everyday life of contemporary societies.

The advantages and potentialities provided by the digital form of processing, packing, sending, receiving and collecting data are increased by the instantaneous communication through networks of computers that — with the access to knowledge and practice that they necessarily require for its functional operation — allow coordinating, directing and orienting skilfully the direction and meaning of the flows. These socio-technical complexes shape a crucial part of the technological springs that generate the appearance and the global dispersion of the “fourth world”, of the excluded and disposable social settings that have been designed top-down of the system as dumb terminals:

“… in this process of social reconstruction, there is more inequality and poverty. Also there are exclusions of villages and territories that, from the perspective of the dominant interests of global informational capitalism, occupy a position of structural irrelevance” as Castells has pointed out.

There is nothing as pure periphery, and no immaculate center of this process — truly global — of social exclusion prompted by the technology, that far from being mere mechanical utilities, implies a constituted force with direction and multidimensional constituent effects beyond the technique. These aspects have been little studied as radical social innovations. The technological vector is an outcome of the movement of the world-wide society and at the same time, it forms and helps to produce the aberrant and unexpected social worlds that touch and progressively transform, and generates multiple resistances. This is precisely why this should not be taken as a conspiracy plan organized and conscientious for domination and submission of the world to the “bad ones” of the “center”: once it took off historically, technological development has generated its own “laws,” its own autonomy and impulse, with costs and benefits, that never have been enjoyed in to an equitable way within the modern world.

This first boundary of cybercultur@ as object of study implies several assumptions and antecedents:

• On the one hand, we depart from a cognitive complex, characterized by inequality of the structure of relations of the world-system, in which we can observe vast and multiple multi-distributed zones of the planet, historically colonized and impoverished by social relations of exploitation, domination and exclusion, that provide and nourish of social energy (capital) to different cities/enormous attracting nodes of intense flows of people, but not only through the migration and the consequent flows of financial capitals. These “cities/node” (Alpha cities) of the world-system in addition to concentrating immense volumes of capital, also concentrate increasingly millions of poor (and others not so poor)[i] moving towards such cities/node in order to get a better life. These global centers that increasingly capture the flows of people and capital, also operate like generators and massive diffusers of permanent and “global” flows of information and images technologically mediated that serve as basic raw material for metabolizing and for representing the world, who is who and everyone of the social actors and how they become visible or invisible in the scene of the public life.

• • These processes of discursive and symbolic elaboration are indispensable to be able to narrate the threads and publish the value and the meaning of the landmarks of social memory, the definitions of the present situation, as well as the feasibility and density of other also possible worlds.

• With and from these symbolic processes, relations are established and transformed in history, social relations of hegemony, subalternity, alterity and resistance, and in some cases, counter-hegemonic relations that require and generate new and emergent forms of organization of the diverse symbolic strategies trying to attract and to modulate the social discourse for enabling the intellectual and moral direction of all the society, as Gramsci illustrated so well in the previous century.

Note
The initial excess of cheap and unskilled handwork with scarce “cosmopolitism” that has been historically moved into the migrant flows by means of forced “globalization,” has been “enriched” by the flight of “qualified professionals” (but still unemployed or with rather grim higher wealth expectations) from their original countries, as documented by the “educated” migration from Ecuador and other Latin American countries to Spain and in general to the European Community (Pellegrino, 2004: 12+).

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Image Credits: (located in primary Spanish text)
1. Graphic from the website Imaginify
2. Cybersociology.com
3. Lab Complex

Author: Jorge A. González is a professor at the Universidad Nacional Autónoma de México (the National Autonomous University of Mexico).

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